Llamados al amor | La verdad del amor
LA VERDAD DEL AMOR (VERDAD BONDAD Y BELLEZA DEL AMOR HUMANO)
La verdad, bondad y belleza del amor humano se refleja en que somos creados como varón o mujer; en y para la donación, con masculinidad o feminidad; como don y tarea: Amor de donación vivido en la vida de comunión y solidaridad.
Varón y mujer son radicalmente distintos y radicalmente complementarios, llamados a un amor de comunión en todo su ser. Sólo desde una contemplación integral del ser humano podremos contemplar este misterio de amor, que es comunión:
+ Comunión en sus Dimensiones: Corporal, psicológica y espiritual.
+ Comunión en sus Facultades: Inteligencia, voluntad y afectividad.
+ Comunión en sus Anhelos y Búsquedas: Verdad, bondad y belleza.
+ Comunión en su Acción: Personal, familiar-comunitaria, social, institucional.
+ Comunión en sus Relaciones: Consigo mismo (interioridad), con la creación (responsabilidad), con los demás (comunión), con los pobres y sufrientes (solidaridad), con la Iglesia (fraternidad), con Dios (espiritualidad).
El misterio de amor entre varón y mujer nos lleva a contemplar al ser humano abierto y vocacionado al amor, a un amor que va desde la complementariedad (en cuerpo, alma y espíritu) a la comunión y desde ésta a la donación. Varón y mujer nos hablan de ser-se para dar-se, de ser-para-otro. En este marco contemplamos la sexualidad como un don y una tarea: el don y la tarea de una vida vivida en la comunión, donación y solidaridad. La masculinidad o la feminidad son formas de estar en el mundo, son dos manifestaciones del ser, dos rostros de la persona. En otras palabras, cuando Dios crea al ser humano, a la persona, lo hace por medio de dos formas: el ser varón o el ser mujer, masculino o femenino. Entonces, masculinidad o feminidad constituyen lo que es el ser humano; todas sus dimensiones, facultades, búsquedas, formas de relacionarse. Profundizando en esta dimensión masculina y femenina podemos contemplar este hermoso y apasionante misterio de amor en uno de los textos que nos han regalado los obispos españoles: “El cuerpo y el alma constituyen la totalidad unificada corpóreo-espiritual que es la persona humana Pero esta existe necesariamente como varón o como mujer. La persona humana no tiene otra posibilidad de existir. El espíritu se une a un cuerpo que necesariamente es masculino o femenino y, por esa unidad substancial entre cuerpo y espíritu, el ser humano es, en su totalidad, masculino o femenino. La dimensión sexuada, es decir, la masculinidad o feminidad, es inseparable de la persona. No es un simple atributo. Es el modo de ser de la persona humana. Afecta al núcleo íntimo de la persona en cuanto tal. Es la persona misma la que siente y se expresa a través de la sexualidad. Los mismos rasgos anatómicos, como expresión objetiva de esa masculinidad o feminidad, están dotados de una significación objetivamente trascendente: están llamados a ser manifestación visible de la persona”. De tal manera que Dios nos ha dado la masculinidad o feminidad, para cultivarlas según sea el caso, para llegar a ser presencia suya, para relacionarnos y donarnos desde las características específicas de nuestro ser. El don y la vocación se convierten en tarea, en responsabilidad: Madurar en el amor y para el amor el don de la Masculinidad y la Feminidad para poder amar de verdad. Esta es la entusiasmante y hermosa tarea que tenemos entre manos y que queremos vivir en esta página. Porque sólo desde un corazón que ama se puede construir el matrimonio y la familia, la sociedad y el mundo nuevo que necesitamos y que nuestros hijos nos reclaman cada día para poder ser verdaderamente felices.
LA BELLEZA DE LA VERDAD
AMOR EN ACCIÓN
«El ser hijo es el regalo más grande de la creación, como el ser padre. Si no lo fuera así, Dios no habría querido y amado ser reconocido como Padre y como Hijo. En esta semana santa, Dios me regalo su abrazo maternal, tierno, dulce, que vincula y que nos hace sentir especiales. Vivir con El cada momento y sentirlo como propio, para reconocer la herida y aceptar el dolor que ha producido y el sentimiento que ha generado» Maite
REMAR MAR ADENTRO
Citas
“En la Mulieris dignitatem, Juan Pablo II profundizó las verdades antropológicas fundamentales del hombre y de la mujer, la igualdad en dignidad y la unidad de los dos, la diversidad arraigada y profunda entre lo masculino y lo femenino, y su vocación a la reciprocidad y a la complementariedad, a la colaboración y a la comunión (cf. n. 6). Esta unidad-dual del hombre y de la mujer se basa en el fundamento de la dignidad de toda persona, creada a imagen y semejanza de Dios, el cual «varón y mujer los creó» (Gn 1, 27), evitando tanto una uniformidad indistinta y una igualdad estática y empobrecedora, como una diferencia abismal y conflictiva (cf. Juan Pablo II, Carta a las mujeres, 8). Esta unidad dual lleva consigo, inscrita en los cuerpos y en las almas, la relación con el otro, el amor al otro y la comunión interpersonal, que indica «que en la creación del hombre se ha inscrito también una cierta semejanza con la comunión divina» (n. 7). Por tanto, cuando el hombre o la mujer pretenden ser autónomos y totalmente auto-suficientes, corren el riesgo de encerrarse en una autorrealización que considera como conquista de libertad la superación de todo vínculo natural, social o religioso, pero que, de hecho, los reduce a una soledad agobiante. Para favorecer y sostener la promoción real de la mujer y del hombre, no se puede menos de tener en cuenta esta realidad”. Benedicto XVI, Discurso, 9/2/2008
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“El amor que puede surgir del encuentro amoroso de un hombre con una mujer es, por decirlo así, el paradigma del amor. Cualquier otra forma de amor encuentra aquí su modelo. Para comprender lo que es el amor debemos contemplar la relación entre el hombre y la mujer” Benedicto XVI, Comentario de Angelo Scola a Deus Caritas Est, pag.27
“Sorprendentemente, la “imagen de Dios” tiene como paralelo explicativo precisamente la pareja “hombre y mujer”. El Dios Trinidad es comunión de amor, y la familia es su reflejo viviente” Amoris laetitita.10.11, Papa Francisco
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“Es necesario reiterar la raíz metafísica de la diferencia sexual: de hecho, hombre y mujer son las dos formas en que se expresa y se realiza la realidad ontológica de la persona humana. Esta es la respuesta antropológica a la negación de la dualidad masculina y femenina a partir de la cual se genera la familia. El rechazo de esta dualidad no solo borra la visión de la creación, sino que delinea una persona abstracta « que después elije para sí mismo, autónomamente, una u otra cosa como naturaleza suya. Se niega a hombres y mujeres su exigencia creacional de ser formas de la persona humana que se integran mutuamente. Ahora bien, si no existe la dualidad de hombre y mujer como dato de la creación, entonces tampoco existe la familia como realidad preestablecida por la creación. Pero, en este caso, también la prole ha perdido el puesto que hasta ahora le correspondía y la particular dignidad que le es propia » Varón y mujer los creó. Congregación para Educación Católica. 34
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“El hecho de que el ser humano, creado como hombre y mujer, sea imagen de Dios no significa solamente que cada uno de ellos individualmente es semejante a Dios como ser racional y libre; significa además que el hombre y la mujer, creados como “unidad de los dos” en su común humanidad, están llamados a vivir una comunión de amor y , de este modo, reflejar en el mundo la comunión de amor” Mulieris dignitatem.7, San Juan Pablo II |
“Nuestro Dios, en su misterio más íntimo, no es una soledad, sino una familia, puesto que lleva en sí mismo paternidad, filiación y la esencia de la familia que es el amor. Este amor, en la familia divina, es el Espíritu Santo. La familia no es pues algo ajeno a la misma esencia divina” San Juan Pablo II, Homilía en la Eucaristía celebrada en Puebla de los Ángeles, 1979
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Libros recomendados
Citas
“El camino hacia la masculinidad es largo. Es un camino de aprendizaje, de prueba y error, y prueba de nuevo… Algunos chicos, sin embargo, no llegan a su destino. En algún punto, el esfuerzo es demasiado duro, las derrotas y los fracasos, demasiado dolorosos, así que deciden salirse…Tomar un atajo… Yo fui uno de esos niños… Mi atajo me llevó al mundo de la homosexualidad” La confusión de la identidad sexual en la infancia, p. 51, J. Nicolosi
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“Al aprender el lenguaje “él”, “ella”, “el”, “la”, el niño pequeño descubre que el mundo está dividido en dos opuestos naturales, niños y niñas, hombres y mujeres” La confusión de la identidad sexual en la infancia, p. 40, J. Nicolosi
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“Ningún niño puede simplemente “tomar” la masculinidad de su padre-. La masculinidad sólo puede ser ofrecida, otorgada; como diría Leanne Payne, el padre “bendice” a su hijo con su masculinidad”. Vergüenza y pérdida del apego, p. 85, J. Nicolosi
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Libros recomendados
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« La condición para asegurar la justa presencia de la mujer en la Iglesia y en la sociedad es una más penetrante y cuidadosa consideración de los fundamentos antropológicos de la condición masculina y femenina, destinada a precisar la identidad personal propia de la mujer en su relación de diversidad y de recíproca complementariedad con el hombre, no sólo por lo que se refiere a los papeles a asumir y las funciones a desempeñar, sino también y más profundamente, por lo que se refiere a su significado personal » Christi Fideles Laici. 50, San Juan Pablo II
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« Masculino » y « femenino » diferencian a dos individuos de igual dignidad, que, sin embargo, no poseen una igualdad estática, porque lo específico femenino es diverso de lo específico masculino. Esta diversidad en la igualdad es enriquecedora e indispensable para una armoniosa convivencia humana. Compendio Doctrina Social de la Iglesia.146
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“La mujer es complemento del hombre, como el hombre lo es de la mujer: mujer y hombre se complementan mutuamente, no sólo desde el punto de vista físico y psíquico, sino también ontológico. Sólo gracias a la dualidad de lo masculino y lo femenino se realiza plenamente lo humano”. Compendio de Doctrina Social de la Iglesia. 147 |
Libro recomendado
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“Creados a la vez, el hombre y la mujer son queridos por Dios el uno para el otro. La Palabra de Dios nos lo hace entender mediante diversos acentos del texto sagrado. «No es bueno que el hombre esté solo. Voy a hacerle una ayuda adecuada» (Gn 2,18). Ninguno de los animales es «ayuda adecuada» para el hombre (Gn 2,19-20). La mujer, que Dios «forma» de la costilla del hombre y presenta a éste, despierta en él un grito de admiración, una exclamación de amor y de comunión: «Esta vez sí que es hueso de mis huesos y carne de mi carne» (Gn 2,23). El hombre descubre en la mujer como un otro «yo», de la misma humanidad”. (CIC. 371)
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“Junto a la vocación general que la mujer posee en común con todos los hombres y la individual propia de cada persona, tenemos la vocación de la mujer en cuanto tal. Dios creó al hombre como varón y mujer dando a cada uno un modo y determinación propios: “No es bueno que el hombre esté solo”, así dijo después de la creación del primer hombre dándole una mujer como compañera. Esta primera determinación se acomoda a su modo de ser: ir al lado del hombre, tomar parte con amor en su vida, con fidelidad y dispuesta a servir es lo característico de la feminidad. Ello conlleva el tener capacidad de empatía hacia el otro y sus necesidades, capacidad y docilidad de aceptación”
Obras Selectas. La misión de la mujer, p. 741, Santa Teresa Benedicta de la Cruz, Edith Stein |
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