Corazón Herido| Dinámica Corazón Herido
DINÁMICA DEL CORAZÓN HERIDO
El corazón humano siempre busca el amor. En su interior hay un profundo deseo de amor y verdad, unido a una necesidad innata de apego y vínculo con las demás personas, pues somos seres relacionales. Cuando este amor no es satisfecho y en lugar de ello hay experiencia de desamor, en nosotros se origina la herida.
Esta herida es un vacío profundo que nos hace ir en busca de un apego o un vínculo no sano, pues nuestro apego y vínculo con nuestros padres, cuidadores o hermanos han sido vividos, muchas veces, desde el desamor. Desde esta búsqueda de pertenecer o vincularnos a alguien o algo, fruto de la experiencia de no sentirse amado, van surgiendo en nosotros una serie de mecanismos psicológicos, corporales y espirituales que nos impiden encontrar el amor verdadero, pues funcionan como defensas o blindajes que nos incapacitan para entrar en lo profundo de nuestro corazón.
Protección. (Búsqueda de protección: Falso yo) Cuando el corazón humano es herido, éste se protege, como un instinto de supervivencia. Para no ser herido de nuevo, surge en nosotros un “falso yo” que nos proteja del peligro al precio de anular nuestro verdadero yo y nuestra verdadera identidad. Este falso yo, aunque nos pueda proteger muchas veces del daño, nos sumerge en un mundo de mentiras, donde va creciendo en nosotros la vergüenza tóxica y el narcisismo, impidiéndonos vivir relaciones de comunión y solidaridad. Al vivir bajo la máscara del falso yo, ocultando nuestro verdadero ser, en nosotros hay una sensación permanente de insatisfacción y rechazo hacia nosotros mismos. Esto nos hará ir en busca de un “yo ideal”, es decir, aquella persona que querríamos ser. Este ideal, al ver que no lo alcanzamos, lo proyectaremos sobre otras personas, idealizándolas, buscando una conexión que nos libere, de forma falsa, desde el menosprecio a nosotros mismos. Esta búsqueda del ideal, al no alcanzarla nunca, nos frustrará y nos hará evadirnos en adicciones y evasiones para calmar el dolor y la sed que hay en nosotros. Esto nos sumergirá en una espiral sin salida, alimentando, cada vez más, ese dolor y esa sed. Esto lo haremos como una forma de autolesión a nosotros mismos, pues desde la herida nos autoobservamos como indignos y despreciables. Esto nos puede llevar a manipular e instrumentalizar a otras personas para cubrir nuestra necesidad. Al final acabamos viviendo la vida de forma disociada, es decir, desconectados de nosotros mismos, de las personas que nos rodean y del mundo exterior. Nos sentimos extraños en nuestra propia piel y deseamos ser cualquier otra persona menos nosotros mismos.
LA BELLEZA DE LA VERDAD
AMOR EN ACCIÓN
«Cuando miro atrás e imagino a ese niño que era yo, indefenso y desamparado me invade un sentimiento profundo de compasión por él, pues tuvo que abandonar su verdadero “yo”, su más pura esencia y espontaneidad para sobrevivir al hecho de sentir el terrible y abrumador sentimiento de abandono, que realmente es aniquilador. Pues es sentirse “nada”, sentir un vacío, un derrumbamiento del suelo que te atrapa y te hunde en un abismo sin fin«.
Milani
«Creo que en mi lo que sucedió fue la ausencia de la figura paternal donde mi padre no asumió el rol que le correspondía. Mi padre era un lisiado emocional, victima en su niñez del abandono de su padre el cual nunca lo reconoció como hijo»
Yangman
REMAR MAR ADENTRO
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«Cuando el pueblo vio que Moisés tardaba en bajar del monte, se reunió el pueblo en torno a Aarón y le dijeron: «Anda, haznos un dios que vaya delante de nosotros, ya que no sabemos qué ha sido de Moisés, el hombre que nos sacó de la tierra de Egipto.» Aarón les respondió: «Quitad los pendientes de oro de las orejas de vuestras mujeres, de vuestros hijos y vuestras hijas, y traédmelos.» Y todo el pueblo se quitó los pendientes de oro que llevaba en las orejas, y los entregó a Aarón. Los tomó él de sus manos, hizo un molde y fundió un becerro. Entonces ellos exclamaron: «Este es tu Dios, Israel, el que te ha sacado de la tierra de Egipto.» Ex 32, 1-4 |
«Mi no aceptación de mí crea una tensión interior, una insatisfacción y una frustración que con frecuencia volcamos sobre los demás, convertidos así en cabeza de turco de nuestros conflictos interiores.»
La libertad interior
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