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LA VERDAD DEL AMOR 

Actualmente, en un momento de la historia en que se intenta proponer una era de mayores libertades para las personas, se hace necesario mirar de manera más atenta para darnos cuenta de que nos encontramos tan esclavizados: anclados a ritmos de vida, a situaciones, a expectativas, a nuevas tecnologías, a un sistema social y laboral, a relaciones insanas… que hemos perdido de vista el verdadero sentido de la libertad humana, por lo que hace falta volver la mirada a las raíces para retomar el rumbo y esto inicia por comprender que la libertad no se trata de hacer «lo que yo quiera», pues esta requiere ser trabajada y madurada (CIC 2223)  sino que es la facultad que tengo de elegir o no, aquello que me lleva a ser la mejor versión de mí mismo.  

Se trata de la capacidad que tiene el ser humano para buscar aquello a lo que está llamado y que le hará plenamente feliz. Este planteamiento podría hacernos entrar en conflicto con esquemas de pensamiento que nos hacen creer que aquello que nos hace libres muchas veces se contrapone a los designios de Dios. Sin embargo, la libertad del hombre y la ley de Dios no se oponen, sino, al contrario, se reclaman mutuamente. (Carta Encíclica Veriatis Splendor 17). 

Basémonos en que somos creados a imagen y semejanza de Dios (Génesis 1:26) que es Amor, por lo que la libertad humana va alcanzando su madurez y plenitud conforme más busquemos, conozcamos y nos unamos a este Amor en la entrega por los demás, principalmente los más pobres, necesitados y sufrientes de nuestro mundo en quienes encontramos el rostro vivo de Cristo sufriente entre nosotros, porque el hombre […] no puede encontrar su propia plenitud si no es en la entrega sincera de sí mismo a los demás (Constitución Pastoral Gaudium et Spes 24 ).  Y como nos recuerda San Pablo en su carta a los Gálatas: «Habéis sido llamados a la libertad; sólo que no toméis de esa libertad pretexto para la carne; antes al contrario, servíos por amor los unos a los otros» (Gálatas, 5: 13). En nosotros existe de manera innegable y resulta tan evidente nuestra sed de libertad que ya no podemos continuar «haciéndonos de oídos sordos» y negarlo. 

Decir que somos libres para amar es aceptar una invitación a acercarnos a Dios (CIC 1731), un claro llamado a optar por el bien (CIC 1733) y a prepararnos para asumir la tarea de infundir en el corazón de los hombres la carga de significado y de liberación del evangelio (DSI 63). Es recibir con agrado un regalo que nos da el Señor desde su infinito Amor.  

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LA BELLEZA DE LA VERDAD

AMOR EN ACCIÓN

«Hoy lo que antes alimentaba la inferioridad, se ha esfumado y con una nueva percepción se valora que estar roto, ha sido la clave para crecer y ser lo que se es. Bendito itinerario que ayuda a conformar un autoconcepto de una manera realista y plena, que lleva a reconocer y aceptar las valiosas cicatrices» 

Polo 

«El itinerario de maduración adelantado en EPE me ha permitido conectar de frente y de forma consciente; con mis vacíos, traumas y necesidades, permitiéndome una explicación de mis sentimientos y la forma como los canalizo, eso es sanador» 

Águila 

REMAR MAR ADENTRO

Citas

El amor consiste en el compromiso de la libertad: es un don de sí mismo, y «darse» significa precisamente «limitar su libertad en provecho de otro». La limitación de la libertad podría ser en sí misma algo de negativo y de desagradable, pero el amor hace que, por el contrario, sea positiva, alegre y creadora. La libertad está hecha para el amor (…) El amor compromete a la libertad y la colma de todo lo que naturalmente atrae a la voluntad; el bien. La voluntad tiende al bien y la libertad es una propiedad de la voluntad; por eso decimos que la libertad está hecha, para el amor: gracias a ella sobre todo, el hombre participa del bien.

Amor y responsabilidad, San Juan Pablo II

Junto con la transmisión de la fe y del amor del Señor, una de las tareas más grandes de la familia es la de formar personas libres y responsables. Por ello los padres han de ir devolviendo a sus hijos la libertad, de la cual durante algún tiempo son tutores. Si estos ven que sus padres -y en general los adultos que les rodean- viven la vida con alegría y entusiasmo, incluso a pesar de las dificultades, crecerá en ellos más fácilmente ese gozo profundo de vivir que les ayudará a superar con acierto los posibles obstáculos y contrariedades que conlleva la vida humana. Además, cuando la familia no se cierra en sí misma, los hijos van aprendiendo que toda persona es digna de ser amada, y que hay una fraternidad fundamental universal entre todos los seres humanos. 

El amor se aprende, las etapas de la familia, Benedicto XVI

 

El ser humano fue creado a imagen y semejanza de Dios para amar y sólo se realiza plenamente a sí mismo cuando hace entrega sincera de sí a los demás. La familia es el ámbito privilegiado donde cada persona aprende a dar y recibir amor

El amor se aprende, las etapas de la familia, Benedicto XVI 

         

 

Libros recomendados

Citas

 

El hombre que se hace consciente de su responsabilidad ante el ser humano que le espera con todo su afecto o ante una obra inconclusa no podrá nunca tirar su vida por la borda. Conoce el “porqué” de su existencia y podrá soportar casi cualquier “cómo”

El hombre en busca del sentido, pág. 84 

 

 

Es mejor _–y sobre todo más humano– sufrir que estar Impasible por haber asentado voluntariamente el corazón en la indiferencia afectiva. Es mejor querer que sentir. Lo mejor de .todo es atreverse a amar –aunque  comporte ciertos desgarros y sufrimientos– pues optar por solo alimentarse de las emociones, que le hacen depender de otros, resulta dema­siado frustrante como para que sea sostenible a lo largo de la vida. 

Familia y autoestima

La salvación del hombre está en el amor y a través del amor. Comprendí como el hombre, desposeído de todo en este mundo, todavía puede conocer la felicidad – aunque sea sólo momentáneamente – si contempla al ser querido. Cuando el hombre se encuentra en una situación de total desolación, sin poder expresarse por medio de una acción positiva, cuando su único objetivo es limitarse a soportar los sufrimientos correctamente – con dignidad – ese puede hombre puede, en fin, realizarse en la amorosa contemplación de la imagen del ser querido

 

El hombre en busca del sentido, pág. 46 

Libros recomendados

 

 

sCitas

«El hombre y la mujer están en relación con los demás ante todo como custodios de sus vidas:215 «a todos y a cada uno reclamaré el alma humana» (Génesis 9, 5), le dice Dios a Noé después del diluvio. (…). El respeto debido a la inviolabilidad y a la integridad de la vida física tiene su culmen en el mandamiento positivo: «Amarás a tu prójimo como a ti mismo» (Levítico 19,18), con el cual Jesucristo obliga a hacerse cargo del prójimo

(cfr. Mateo 22, 37–40; Marcos 12, 29–31; Lucas 10, 27–28)» (Compendio de Doctrina Social de la Iglesia. 112) 

«En efecto, el hombre «no es un ser solitario, sino que por su íntima naturaleza es un ser social y no puede vivir ni desplegar sus cualidades sin relacionarse con los demás».»

Compendio de Doctrina Social de la Iglesia. 110

«Sólo en la unión entre dos personas sexualmente diferentes puede llevarse a cabo el perfeccionamiento del individuo, en una síntesis de unidad y de mutua complementariedad psico–física».» Compendio de Doctrina Social de la Iglesia. 228 

«(…), todo talento humano debe redundar en servicio de Dios y bien de la humanidad; encomienda, finalmente, a todos a la caridad de todos» 

Compendio de Doctrina Social de la Iglesia. 576

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Citas

La gracia de Cristo no se opone de ninguna manera a nuestra libertad cuando ésta corresponde al sentido de la verdad y del bien que Dios ha puesto en el corazón del hombre. Al contrario, como lo atestigua la experiencia cristiana, especialmente en la oración, a  medida que somos más dóciles a los impulsos de la gracia, se acrecientan nuestra íntima verdad y nuestra seguridad en las pruebas, como también ante las presiones y coacciones del mundo exterior.  

CEC no. 1742 

Por su Cruz gloriosa, Cristo obtuvo la salvación para todos los hombres. Los rescató del pecado que los tenía sometidos a esclavitud. “Para ser libres nos libertó Cristo” (Ga 5,1). En Él participamos de “la verdad que nos hace libres” (Jn 8,32).´ 

 CEC no. 1741

 

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