Llamados al amor | El rostro del amor
EL ROSTRO DEL AMOR: EL MISTERIO DEL CUERPO: EL AMOR REVELADO EN EL CUERPO
Dios es amor y nosotros, creados a imagen y semejanza de este Dios amor, estamos llamados a vivir en el amor. El primer ámbito, el primer rostro de esta imagen del amor, es nuestro propio cuerpo. Es decir, el amor de Dios ha sido revelado en nuestra corporalidad de varón y mujer a través de la masculinidad y la feminidad.
Esta llamada al amor en nuestra corporalidad ha sido señalada desde los orígenes de nuestra Iglesia. Leyendo el libro del Génesis podemos decir que es una verdad revelada por Dios al hombre: “Y Dios creó al hombre a su imagen; lo creó a imagen de Dios, los creó varón y mujer”. (Gn 1,27)
En esta llamada a vivir el amor en nuestra corporalidad de ser-varón o ser-mujer ha profundizado, de forma especial, nuestro querido Papa San Juan Pablo II a lo largo de todo su pontificado, especialmente en la denominada Teología del cuerpo. Tal y como quedó señalado en el Catecismo de la Iglesia: “El cuerpo del hombre participa de la dignidad de la imagen de Dios: es cuerpo humano precisamente porque está animado por el alma espiritual, y es toda la persona humana la que está destinada a ser, en el Cuerpo de Cristo, el Templo del Espíritu”. (CIC.364) Esta profundización de nuestra corporalidad como primer rostro del Amor ha sido desarrollada ampliamente por el Magisterio de la Iglesia, como nos dice nuestro querido Papa Benedicto XVI al hablar de los reduccionismos respecto a la corporalidad presentes en el pensamiento político y social dominante en nuestros días: “En realidad, nos encontramos ante una degradación del cuerpo humano, que ya no está integrado en el conjunto de la libertad de nuestra existencia, ni es expresión viva de la totalidad de nuestro ser, sino que es relegado a lo puramente biológico. La aparente exaltación del cuerpo puede convertirse muy pronto en odio a la corporeidad. La fe cristiana, por el contrario, ha considerado siempre al hombre como uno en cuerpo y alma, en el cual espíritu y materia se compenetran recíprocamente, adquiriendo ambos, precisamente así, una nueva nobleza”. (Benedicto XVI, DCE.5) Esta dimensión corporal llamada a vivir en el amor la podemos vivir precisamente en nuestro cuerpo de varón o cuerpo de mujer, respectivamente, pues este ser varón o ser mujer alcanza y define todas nuestras dimensiones, incluida la dimensión corporal. Esto lo expresaba de forma admirable nuestro querido Papa San Juan Pablo II: “Estos cuerpos —cuerpo de mujer, cuerpo de varón— son capaces de expresar el amor entre la mujer y el varón. El cuerpo de la mujer es capaz de amar y entregarse al varón con el amor y la entrega de la persona de la mujer al varón. Además, hace muy visible y muy externo ese amor y esa entrega. El cuerpo del varón es capaz de amar y entregarse a la mujer con el amor y la entrega de la persona del varón a la mujer. Además, hace muy visible y muy externo ese amor y esa entrega. Sus cuerpos expresan y hacen muy visible la “comunión de personas”. ¡Para que esta comunión fuese así de visible Dios las hizo cuerpos! Para que el Amor de Dios a los hombres, su Iglesia, fuese así de visible y de tocable, el Verbo, el Hijo, se hizo hombre, se hizo cuerpo, se hizo carne. El amor y la entrega entre la mujer y el varón en matrimonio — con sus cuerpos— es signo, es imagen, es semejanza del amor y la entrega del Hijo a su Iglesia, es signo, es imagen, es semejanza de la encarnación del Verbo”. (Teología del cuerpo. 31, San Juan Pablo II). Vemos, por tanto, que el cuerpo humano posee una serie de contenidos, un lenguaje y un significado propios que al descubrirlos nos llevan a entender toda la belleza de la vocación al amor, nos llevan a ver el rostro de Dios plasmado en nuestra corporalidad, pero esta interpretación del misterio del cuerpo inicia por comprender que este, contrario a lo que se quiere pensar popularmente, forma parte de la esencia de la existencia: no poseemos un cuerpo, SOMOS cuerpo creado a imagen y semejanza de Dios. Para comprender mejor este misterio del cuerpo del que hablamos, hay que tener muy claro que este “ser es imagen y semejanza de Dios”, nos asemeja a un Dios Trinitario , el cual es comunión y solidaridad, por lo que estamos llamados a que nuestra dimensión corporal se encuentre en comunión con las demás dimensiones de nuestro ser (psicológica y espiritual) y no siendo exaltada ni degradada en relación con ellas.
LA BELLEZA DE LA VERDAD
AMOR EN ACCIÓN
»Hoy por hoy tengo una familia y me doy cuenta de cómo lo aprendido en la infancia resurge ahora que soy padre. La familia es un regalo que me mantiene en marcha para no volver atrás y seguir adelante, a pesar del esfuerzo» Julio
«A pesar de las cosas adversas que han existido en mi vida, siento el amor de Dios como un Padre, y ahora más que nunca lo siento más vivo y presente. Cuando miro a mi madre le doy gracias a Dios por haberme dado una madre como la tengo» Juan Pablo
REMAR MAR ADENTRO
Citas
“La Iglesia, y específicamente el Papa Juan Pablo II, nos recuerda “nuestra llamada a la grandeza”, invitándonos a regresar a ella partiendo de que nuestros cuerpos son buenos y santos porque revelan el gran misterio de Dios. Esto significa que ¡el sexo es algo santo! Incluso significa que nuestros cuerpos no son sólo biológicos son incluso teológicos, porque nos ofrecen a nosotros mismos y al mundo un profundo “estudio de Dios” —una Teología del cuerpo.”
Teología del cuerpo, pag.7, Jason Evert.Gaudete et exúltate, Papa Francisco |
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“Hoy se cree unánimemente que el cristiano no puede desinteresarse del cuerpo sin dañar su misma espiritualidad: toda ruptura de la armonía del cuerpo con el espíritu perjudica a entrambos. El equilibro psico-físico es necesario para el equilibrio espiritual y viceversa” (Hacia una teología de la corporeidad, pag.14)
Hacia una teología de la corporeidad, pag.14 |
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Libros recomendados
Citas
“Un niño necesita sentir que su existencia genera placer y orgullo en su madre; una madre necesita sentir cómo su propia personalidad se expande en la personalidad de su hijo: cada uno de ellos necesita sentirse estrechamente identificado con el otro. La relación entre una madre y su hijo no es algo que pueda planearse maquinalmente; se trata de una relación humana viva que modifica el carácter de ambos participantes” John Bowbly |
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“Tratar bien a los niños, desde el amor, es uno de los pilares fundamentales para lograr una humanidad más sana, más solidaria, más feliz y menos violenta. Cuidar y tratar bien a los niños se inscribe en la genética singular de la condición humana” Los buenos tratos a la infancia. Parentalidad, apego y resiliencia, Jorge Barudy y Maryorie Dantagnan
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“Erikson concibe el desarrollo como un proceso de toda la vida, en el que siempre se descubren nuevas oportunidades para el don del amor. Lo que nos capacita para el cambio no es el poder de la voluntad, sino el poder del amor”.
Sanando las ocho etapas de la vida, Mathew Linn, Sheila Fabricant, Dennis Linn |
Libros recomendados
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Citas
“El hombre ha sido creado por Dios como unidad de cuerpo y alma. La persona, incluida el cuerpo, está confiada enteramente a sí misma, y es en la unidad de alma y cuerpo donde ella es el sujeto de sus propios actos morales” Compendio de Doctrina Social de la Iglesia.127 |
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“No es lícito despreciar la vida corporal; el hombre, al contrario, debe tener por bueno y honrar su cuerpo, como criatura de Dios que ha de resucitar en el último día». Compendio de Doctrina Social de la Iglesia.128
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Libro recomendado
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