Junto a estas formas de esclavitud y condena que están existiendo en este momento en muchas partes de nuestro mundo, somos testigos de otras formas de esclavitud, que someten al ser humano a niveles de degradación y miseria de una forma incluso mucho más profunda. Pues colonizan y arrasan la naturaleza más íntima de la persona, que es su corazón.  Esto genera individuos aislados, pues se pretende eliminar la dimensión solidaria y relacional de la persona, forjando sujetos individualistas centrados en su propio “yo ilimitado”. En esta “conquista” de la persona tiene un papel preponderante la Ideología de Género, así como el Transhumanismo y nuevas ideologías o teorías como la teoría cyborg o queer, pues tiene como objetivo el ataque a la identidad personal y sexual de la persona, convirtiéndola en esclava de su propia voluntad y sentimientos cambiantes. 

Esta revolución antropológica está generando una nueva cultura antropológica de muerte y corrupción. Está generando individuos sin relación ni identidad donde lo único que les une es el lucro y la instrumentalización mutuas. Se quiere construir un nuevo hombre, sin límites (“seréis como dioses”), que no dependa de nada más que de su voluntad y poder. En definitiva, se está edificando una cultura “como si Dios no existiera”, pues el objetivo es la aniquilación de Dios a través de la construcción de un hombre que no necesite a Dios. 

  Citamos, en este sentido, un esclarecedor texto de Benedicto XVI: 

  “La meta implícita de todos los movimientos modernos a favor de la libertad es la de ser finalmente como un dios, no depender de nada ni de nadie, no ser limitado en la propia libertad por ninguna libertad ajena” (Ratzinger, J. “Fe, verdad y tolerancia”, p. 213) 

  Lo más trágico es que esta aniquilación de Dios está siendo la propia aniquilación del hombre. Ya que la visión que la cultura de la muerte tiene de Dios es errónea, pues nuestro Dios es Amor, un amor de relación, en permanente y continua donación. El hombre está creado desde una imagen de este Dios Amor, por lo tanto, llamado a la relación y la donación constantes. Al eliminar a este Dios Amor y colocar un dios ídolo de poder y libertad ilimitada, se destruye a Dios, y con Él, al hombre.

Video:  Sinfonía de dos mundos, poesía de Helder Cámara